12.11.05

Solaris

Solaris - Stanislav Lem - Minotauro, Buenos Aires, 1977 - Título original en inglés: Solaris; año 1961. Traducción: M. Horne y F.A.

Solaris es, con razón, un clásico de la Ciencia Ficción. Una novela original y estimulante. La acción transcurre en un futuro indefinido, pero que se intuye lejano, en el planeta Solaris.

Solaris es, en el relato, un planeta muy singular que está cubierto por un océano global. Aunque océano no sea tal vez la palabra más exacta. Se trata más bien de un único y fluido organismo vivo, que manifiesta un comportamiento complejo, con ciertas regularidades aunque esencialmente impredecible (tal como sucede con el comportamiento de cualquier ser inteligente).

Tan complejo es Solaris que ha dado lugar, décadas antes del comienzo del relato, a una ciencia dedicada exclusivamente a estudiarlo, la solarística. Los solaristas estudian el planeta, especialmente las formaciones que periódicamente el océano crea en su superficie. Nombran estas formaciones, las clasifican, las fotografían y las estudian, pero están siempre muy lejos de entenderlas o de conocer su razón y su finalidad.

Ha sido construida, con fines de estudio, una plataforma que en forma automática vuela constantemente sobre el océano. Pero en la época del relato se adivina que la solarística está en decadencia y la plataforma, otrora rebosante de actividad, está ahora ocupada por sólo dos científicos.

La acción comienza precisamente con la llegada a la estación de un tercer científico, que rápidamente comienza a sospechar que está sucediendo algo fuera de lo normal. La sospecha se vuelve certeza cuando, a pocas horas de su lllegada, este tercer hombre recibe la visita de una mujer, nada menos que de su novia muerta años atrás. Pronto se sabe que los otros dos científicos han estado recibiendo visitas igualmente inquietantes.

Lejos de ser un relato de terror o de fantasmas, tal como podría parecer a partir de este resumen, Solaris es un relato perfectamente racional. Los fantasmas (muy sólidos por otra parte) cuyas visitas los tres científicos reciben son, aparentemente, sondas que les son enviadas por el propio Solaris para... ¿para comunicarse con ellos? ¿para estudiarlos? ¿con otros fines, inimaginables para mentes humanas? La cuestión queda esencialmente abierta.

El mensaje principal de Solaris, creo, es que comunicarse con inteligencias genuinamente alienígenas puede ser mucho más difícil de lo que muchos optimistas escritores de Ciencia Ficción parecen creer. Podría existir entre ambos (humanos y alienígenas) un abismo, un abismo completamente infranqueable para ambas partes.

(Ideas acerca de la imposibilidad esencial de comunicarse con mentes alienígenas aparecen, entre otros relatos, en la novela Edén, también de Lem y en El hombre en el laberinto, de Robert Silverberg. Existe también un cuento, cuyo título no recuerdo y que no puedo ubicar en mi biblioteca, en el que un humano es encerrado en una estación espacial con un alienígena. Al cabo de unas semanas parece que el humano se ha vuelto loco, pero en verdad es que su mente se ha adaptado a la mente alienígena y ya no puede volver a comunicarse con sus congéneres. Si alguien recuerda el título y el autor le agradeceré la referencia. Posteriormente la he hallado, véase aquí.)

1 comentario:

Cities: Moving dijo...

Solaris es un N-O-V-E-L-Ó-N, así con mayúsculas. Leí la edición de Minotaruo hace ya casi un año y al poco me enteré de que Impedimenta había sacado una edición traducida directamente del polaco. A ver quién se puede resistir a algo así.