21.2.07

Inmortales

Una recopilación de personajes de la literatura del siglo XX que, en mayor o menor medida, conocieron la inmortalidad. Sólo tomamos personajes de la literatura, no del cine, por lo que no estará Highlander, el último inmortal y sólo del siglo XX, por lo que no estará ninguno de los dioses griegos ni tampoco Gilgamesh.

Raimundo Fosca: Es el protagonista de Todos los hombres son mortales, de Simone de Beauvoir (Edhasa, Barcelona, 1997). A principios del siglo XIV Fosca es el señor de una ciudad-estado italiana, y tras beber una poción mágica se vuelve inmortal. Fosca no solamente no envejece, sino que es totalmente inmune a las enfermedades y a las heridas. En un momento de la historia intenta suicidarse disparándose un escopetazo en la cabeza, pero sólo se desmaya y despierta pocas horas más tarde sin heridas ni cicatrices. Por supuesto, es inmune a los venenos ¿Qué pasaría si le cortaran la cabeza? ¿Le crecería otra cabeza u otro cuerpo?

El cabo Cuckoo: Es el protagonista de ¿Qué le ocurrió al cabo Cuckoo?, cuento de Gerald Kersh, incluido en Antología de Ciencia Ficción (recopilación de cuentos de varios autores, Hyspamérica, Madrid, 1986). El cabo Cuckoo nació en Francia en 1507. A los treinta años de edad se enrola en el ejército y al poco tiempo es gravemente herido en la cabeza en una batalla en Turín, Italia. El cabo es tratado con el digestivo del doctor Paré (médico que existió en realidad) y, gracias a una rara concatenación de coincidencias, adquiere una invulnerabilidad absoluta, similar a la de Fosca. No envejece ni sufre heridas o enfermedades. Pero mientras Fosca va ganando riqueza y poder con el correr de los años, el cabo Cuckoo sufre un estancamiento. De alguna manera, el digestivo no sólo ha congelado su edad, sino también su intelecto. A pesar de sus más de cuatrocientos años de edad (la acción del cuento transcurre en 1945), el cabo Cuckoo es casi analfabeto, nunca ha sabido hacer otra cosa que ser soldado y, tras cuatro siglos de pasar de ejército en ejército, apenas ha logrado ascender de soldado raso a cabo. Por cierto, por si a alguien le interesa experimentar, el digestivo del doctor Paré se elabora con yema de huevo, pétalos de rosas y miel.

Los inmortales de Tolkien: En el universo de Tolkien hay muchos seres inmortales. Algunos son de origen divino o cuasi-divino. Así ejemplo Gandalf el Gris es un Maia encarnado (un Maia es algo así como un dios menor, el plural es Maiar), Sauron, y Saruman también son Maiar. Los Elfos son inmortales por su propia naturaleza y hay además tres personajes que sin ser Elfos ganan la inmortalidad: Eärendil, Elwing y Elrond, aunque los tres son descendientes de Elfos y Hombres (a los tres, en distintos momentos, los dioses los hace optar entre ser Elfos u Hombres y los tres eligen ser Elfos, Elros, hermano de Elrond, elige ser Hombre). El único Hombre mortal, descendiente solamente de Hombres mortales, que gana por sus hazañas la conversión a Elfo y, por ende la inmortalidad, es Tuor, hijo de Huor. Los Elfos no mueren de viejos, aunque el transcurrir de los años les transmite cierto cansancio del cuerpo y del alma. No son inmunes a las heridas, ni a los venenos y cuando mueren su espíritu viaja a las Estancias de Mandos, un lugar donde esperarán el Final del Mundo. Dice El Silmarillón (Minotauro, Buenos Aires, 1985, pág. 50–51):

Durante toda una edad Ilúvatar [el dios supremo] estuvo solo pensando. Luego habló y dijo: – ¡He aquí que amo la Tierra, que será la mansión de los Quendi [los Elfos] y los Atani! [los Hombres] Pero los Quendi serán los más hermosos de todas las criaturas terrenas, y tendrán y concebirán y producirán más belleza que todos mis Hijos [...] Pero a los Atani les daré un nuevo don. [...]

Los Hombres
[...] tendrán en cambio el poder de modelar sus propias vidas entre las fuerzas y los azares mundanos, más allá de la Música de los Ainur, que es como el destino para toda otra criatura. [...] [La Música de los Ainur es el Plan del Mundo, el Destino]

Uno y el mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres: que sólo estén vivos en el mundo un breve lapso y que no estén atados a él, y que partan pronto; a dónde, los Elfos no lo saben. [...] Los hijos de los Hombres mueren en verdad, y abandonan el mundo; por lo que se los llama los Huéspedes o los Forasteros. La Muerte es su destino, el don de Ilúvatar [el dios supremo], que hasta los mismos Poderes [los dioses que siguen en jerarquía] envidiarán con el tiempo.

La muerte es entonces condición necesaria para el libre albedrío

Los hombres moleculares: Son los protagonistas de Computer Connection, novela de Alfred Bester (Hyspamérica, Madrid, 1986). Un hombre (o una mujer) está a punto de morir de una muerte horrible y es plenamente conciente de este destino, pero una fracción de segundo antes de morir es salvado por alguna milagrosa circunstancia. Si tiene suerte el shock generará en su cuerpo una corriente bioeléctrica permanente que limpiará todo el tiempo sus células evitando así el envejecimiento y la muerte, en pocas palabras, se habrá transformado en un hombre molecular, u homol. Los homoles no envejecen, son inmunes al veneno y a las enfermedades, en cuanto a las heridas, como uno de ellos dice: si el daño es menor se regenera, pero corta una cabeza o arranca un corazón y tendrás entre tus manos a un inmortal muerto. La actividad bioeléctrica acelerada de sus cuerpos deja a los homoles continuamente al borde de una enfermedad que sólo ellos padecen, el Lépcer, una mezcla de lepra y cáncer que tarda décadas en matarlos entre atroces sufrimientos.

Lázarus Long: Es el protagonista de Las cien vidas de Lázarus Long (Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1978), de Tiempo para amar (ídem) y tal vez también de otros relatos, todos ellos escritos por Robert A. Heinlein. Nació en 1912 (Lázarus Long, no Heinlein) y al nacer fue bautizado como Woodrow Wilson Smith, aunque en su muy larga vida (hasta donde sabemos, pasado el año 3000 todavía vivía y gozaba de buena salud) ha usado muchos nombres, el de Lázarus Long con más frecuencia que ningún otro. Este hombre es el resultado más exitoso del plan de las Familias Howard, un plan destinado a lograr humanos más longevos mediante matrimonios convenientemente seleccionados (cruzando humanos, del mismo modo que un granjero puede cruzar vacas u ovejas). Su extraordinaria longevidad es el fruto de una combinación afortunada de genes, sumada a una astucia natural para evitar problemas y, pasado el siglo XXII, a una medicina extraordinariamente desarrollada.

Konstantin Karaghiosis: Es el protagonista de Tú, el inmortal, novela de Roger Zelazny (Hyspamérica, Buenos Aires, 1986, véase aquí). Como en el caso de Lázarus Long, Konstantin Karaghiosis goza de una extraordinaria longevidad gracias a una afortunada mutación genética, provocada en su caso por la radiación (Tú, el inmortal transcurre en una Tierra que ha sufrido una guerra nuclear) sumada a una fuerza física extraordinaria (Lázarus Long usa su astucia para evitar las peleas, Karaghiosis no las evita y usa su fuerza para vencer en ellas).

En el Mundo del Río todos, ustedes y yo, somos inmortales. Otras referencias a la inmortalidad pueden encontrarse aquí.

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