17.4.07

Ender (2)

La voz de los muertos – Orson Scott Card – Nova, Barcelona, 1990 (1º edición de 1988) – Título original: Speaker for the dead, año 1986. Traducción: no consta. (Se trata de la continuación de El juego de Ender.)
En La voz de los muertos han pasado tres mil años desde los acontecimientos de El juego de Ender. Al final de esta última novela hemos visto a la Humanidad extendida por la galaxia ocupando, al menos en una primera etapa, los mundos antiguamente habitados por los insectores (aquellos alienígenas que, según cree toda la gente, Andrew Wiggin, más conocido como Ender, aniquiló completamente).

Hemos visto también que el propio Ender ha sido designado para gobernar el primero de estos mundos humanos extrasolares. En este planeta Ender encuentra al último (literalmente el último) de los insectores vivos: una hembra en estado larval preñada de miles de huevos fértiles que ha sido dejada allí expresamente por sus congéneres para que sea encontrada por Ender. La insectora logra comunicarse telepáticamente con él y es gracias a esta comunicación que Ender comprende que los insectores no sabían que los humanos éramos seres pensantes (dado que no somos telepáticos creían que no pensábamos) y que, de haber sabido que éramos inteligentes, nunca nos habrían atacado.

Basado en este conocimiento, Ender escribe La Reina Colmena, un libro en el que revela a la Humanidad la verdad sobre los insectores (aunque sin citar la fuente de ese conocimiento) y que llena a la Humanidad de culpa por la destrucción total de su antiguo enemigo. El libro es firmado por un anónimo Portavoz de los Muertos, de quien nadie llega a sospechar que es Ender mismo.

Si Ender oculta su fuente es porque sabe perfectamente que si la Humanidad llora la muerte de los insectores es, justamente, porque cree que todos están muertos. Si se supiera que todavía hay insectores vivos nadie dudaría en aniquilarlos, esta vez definitivamente. Este deseo sería aún más fuerte si se supiera que la insectora le ha pedido a Ender que la ayude a restaurar su raza y que Ender ha accedido a este pedido. Es así como Ender inicia un peregrinaje de mundo en mundo buscando el planeta que sea el más adecuado para que los insectores vuelvan a la vida.

Por eso, aunque han pasado tres mil años desde los hechos de El juego de Ender, Ender mismo, gracias a la dilatación relativista del tiempo y a sus viajes de mundo en mundo, ha envejecido muy pocos años. A los largo de esos tres milenios Humanidad se ha extendido aún más por el espacio (más allá de los mundos insectores originales) y ha fundado la comunidad de los Cien Mundos, unida por el ansible (aparato de comunicación interestelar instantánea) y gobernada por el Congreso Estelar.

En este tiempo la culpa por la muerte de los insectores ha hecho que todos consideren a Ender (de quien todos creen que ha muerto siglos atrás) como un ser despreciable. Lo llaman el Genocida o el monstruo Ender. La palabra “Ender” se vuelve un insulto. Al mismo tiempo, todos consideran al anónimo autor de La Reina Colmena como el hombre más noble y compasivo de todos los tiempos. Tal como se dijo antes, nadie sospecha que ambos son la misma persona.

También a lo largo de esos tres mil años el libro La Reina Colmena ha iniciado una especie de religión, la religión de los portavoces de los muertos. Se trata en realidad una religión sin dogma, sin templos y sin ritos. Los portavoces son personas que viajan de mundo en mundo, allí donde se los llame, para Hablar (el verbo siempre se menciona con mayúsculas) por alguien fallecido.

Cuando alguien muere, algún amigo o familiar del muerto puede, si lo desea, solicitar un portavoz. Dado que casi seguramente éste llegará desde algún otro mundo, probablemente tardará décadas en llegar allí adonde se fueron solicitados sus servicios. Una vez en el lugar, el portavoz investigará la vida del muerto y hará una alocución en la que explicará las intenciones y motivos ocultos que guiaron esa vida. Ender se ha convertido en uno de esos portavoces y sus viajes de mundo en mundo como portavoz le sirven de excusa para su búsqueda de un mundo para restaurar a los insectores.

Pocas décadas antes del comienzo de La voz de los muertos se ha descubierto el planeta Lusitania, que ha sido colonizado por personas de origen brasileño. El interés por el planeta aumenta exponencialmente cuando se descubre que los nativos, que inicialmente habían sido tomados por animales, son en realidad seres inteligentes, tecnológicamente primitivos, pero con una inteligencia al menos equivalente a la humana. Estos habitantes son llamados pequeñinos (por su escasa estatura) o cerdis (por su aspecto ligeramente porcino).

Rápidamente el Congreso Estelar ordena que todos los contactos entre cerdis y humanos deben ser reducidos al mínimo. Sólo dos xenólogos (estudiosos de razas alienígenas) podrán hablar con ellos, evitando revelar cualquier característica de la raza o la tecnología humanas. La razón oficial para este aislamiento es que se busca evitar daños para los cerdis, pero el verdadero motivo es evitar que los cerdis aprendan de nosotros y nos hagan algún día lo que nosotros le hicimos con los insectores.

Los acontecimientos se precipitan cuando, sin motivo aparente, los cerdis matan a Pipo, uno de los dos xenólogos. Pipo recibe una muerte ritual, en la que sus órganos son separados y esparcidos cuidadosamente por el suelo. ¿Por qué lo han matado? Las reglas de aislamiento impiden preguntarlo. La hija adoptiva de Pipo pide entonces un portavoz para Hablar por la muerte de su padre adoptivo y Ender, que está en un mundo cercano, atiende la llamada. Veintidós años dura el viaje de Ender hacia Lusitania (aunque para él sólo pasa una semana) y durante ese tiempo otro de los hijos de Pipo, también xenólogo, ha recibido de los cerdis la misma muerte ritual que su padre.

Llegado a Lusitania, Ender investiga la vida de Pipo y descubre así la causa de su muerte y la de su hijo, así como muchos hechos fundamentales sobre la vida de los cerdis. En el proceso Lusitania inicia una rebelión contra el Congreso Estelar cuyos ecos reverberarán a los largo de los Cien Mundos.

La voz de los muertos es una novela extraordinaria, muy superior a El juego de Ender y a las otras dos novelas que continúan la historia (y que comentaré más adelante). De hecho, La voz de los muertos puede leerse por sí misma, independientemente de los otros libros de la saga de Ender. La profundidad y la riqueza de los personajes es notable y hay que decir que lo que es precisamente esta profundidad la que distingue a una novela excelente de una novela simplemente buena (más allá del argumento o de las ideas que se desarrollen). En ese sentido, y en muchos otros, La voz de los muertos es, sin duda, un libro excelente.

1 comentario:

Marcos dijo...

Hace años leí El Juego de Ender.
Me dieron ganas de leer la continuación.
Gracias por reseñarla!