27.2.13

¿La única forma de viajar? (II)

Vista interior de un posible mundo-nave cilíndrico.
Ésta es una recopilación de formas de viajar entre las estrellas usadas en novelas y cuentos de ciencia ficción; la recopilación comenzó aquí.

2) El vuelo sublumínico: La nave viaja a una velocidad muy pequeña con respecto a la velocidad de la luz,  por ejemplo el 5% de esa velocidad (y aunque parece muy poco, según Wikipedia, la nave más rápida construida hasta hoy, una sonda no tripulada, ha alcanzado una velocidad que es todavía 250 veces menor a ésa). Viajando al 5% de la velocidad de la luz se tardaría unos 200 años en alcanzar cualquier estrella ubicada a 10 años luz de distancia (una distancia modesta en este contexto); además, como a esa velocidad la dilatación temporal relativista es insignificante, los tripulantes y pasajeros percibirían exactamente esa duración para el viaje. De modo que, o bien todos viajan en estado de hibernación, o bien la nave es en realidad un pequeño mundo artificial cerrado y autosuficiente dentro de la cual los tripulantes nacen, se reproducen y mueren generación tras generación hasta alcanzar el final del viaje. (O bien los tripulantes, de alguna manera, han logrado extender sus vidas.)

La solución de reproducirse durante el viaje aparece en el cuento Paraísos Perdidos, de Úrsula K. Le Guin, incluido en el volumen El Cumpleaños del Mundo y otros relatos; en este cuento el viaje tiene una duración prevista de seis generaciones y la "estirpe genética" de cada pasajero está cuidadosamente controlada. La primera solución, la hibernación, aparece, por ejemplo, en la saga del Retorno a la Tierra de Orson Scott Card (cuyo último libro, dicho sea de paso, he buscado infructuosamente durante años)..

En la novela Cita con Rama, de Arthur C. Clarke, la nave alienígena que llega al sistema solar es también un mundo artificial que viaja a velocidad sublumínica entre las estrellas.

Un caso extraño se da en la novela Colonizadores del Espacio, de Charles Carr (Edhasa, 1966), que narra los viajes de una nave terrestre que va de estrella en estrella. La nave viaja a una velocidad que es de solamente "55.000 millas por hora" (una diezmilésima de la velocidad de la luz, si mis cuentas no fallan) y sin embargo le alcanza para recorrer varios sistemas estelares en pocos meses (y sin dilatación temporal, desde luego). Una curiosidad: viajar a esas velocidades le provoca a los tripulantes extraños efectos físicos, como hipersensibilidad a los olores y a la luz, y picazón en todo el cuerpo.

Continúa en la parte III.

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